La parroquia de Međugorje está ubicada en Herzegovina, a 25 km al suroeste de Mostar. Toda esta región está habitada por croatas que aceptaron el cristianismo hace más de 13 siglos.

En documentos históricos, este asentamiento se mencionó por primera vez en 1599. La parroquia actual fue fundada en 1892 y está dedicada a Santiago Apóstol, el patrón de los peregrinos.

Hasta el 24 de junio de 1981, Međugorje vivía como cualquier otro pueblo de la región: la gente trabajaba la tierra, cultivaba tabaco y tenía viñedos, produciendo vino y verduras para sostener modestamente a sus familias. Debido a las circunstancias sociales, muchos emigraron: a través del océano, a países de Europa occidental, así como a otras ciudades de Bosnia y Herzegovina y Croacia.

El 24 de junio de 1981, alrededor de las 6 PM, seis jóvenes – Ivanka Ivanković, Mirjana Dragičević, Vicka Ivanković, Ivan Dragičević, Ivan Ivanković y Milka Pavlović – vieron a una joven con un niño en brazos en una colina llamada Crnica, a unos cientos de metros por encima de un lugar llamado Podbrdo. Ella les hizo señas para que se acercaran. Sorprendidos y asustados, no se acercaron.

Al día siguiente, el 25 de junio de 1981, a la misma hora, cuatro de ellos – Ivanka Ivanković, Mirjana Dragičević, Vicka Ivanković e Ivan Dragičević – sintieron una fuerte necesidad de regresar al lugar donde habían visto a la figura el día anterior, a quien reconocieron como la Virgen. Marija Pavlović y Jakov Čolo se unieron a ellos. El grupo de videntes de Međugorje se formó. Rezaron y conversaron con la Virgen. Por esta razón, el 25 de junio se celebra como el aniversario de las apariciones. Según los videntes, desde ese día tuvieron apariciones diarias, en grupo e individualmente, dondequiera que estuvieran. Milka Pavlović e Ivan Ivanković nunca volvieron a ver a la Virgen.

El tercer día de las apariciones, el 26 de junio de 1981, la Virgen llamó por primera vez a la paz con las palabras: “¡Paz, paz, paz – y solo paz! La paz debe reinar entre Dios y el hombre, y entre los hombres!”. Atraídos por las apariciones y mensajes de la Virgen, la gente – primero los parroquianos, luego los de pueblos vecinos, y finalmente de todo el mundo – comenzó a reunirse y rezar.

La persecución de los videntes, sus padres y familiares, los parroquianos, los sacerdotes e incluso los peregrinos comenzó inmediatamente después de las primeras apariciones. Los videntes fueron sometidos a interrogatorios policiales y exámenes psiquiátricos, pero siempre se concluyó que estaban sanos. Las mismas conclusiones se extrajeron en exámenes posteriores durante los años siguientes.